Más allá de la leyenda que rodea su inconfundible fachada recubierta de azulejos, el palacio de los condes del Valle de Orizaba es un icono de la ciudad que ha sufrido numerosas transformaciones a lo largo de su historia: de residencia palaciega a lugar de esparcimiento de la élite porfiriana como sede del Jockey Club, antes de convertirse en la primera tienda y cafetería de los hermanos Sanborns donde los antiguos espejos novohispanos reflejan el paso de viandantes y turistas que admiran su elegante arquitectura.
Vendedora de Talavera, Fernando Best Pontones, ca 1910.